jueves, 27 de marzo de 2008

A 32 años del Golpe




Palabras vacías de contenidos, conceptos políticamente correctos para estos tiempos pero que puestos en algunos labios resultan grotescos. Categorías de pensamiento aún no definidas con exactitud. ¿Qué es un desaparecido, a qué y a dónde nos remite el término? A 32 años del último golpe militar, hoy nos invaden calificaciones como genocida, represión, terrorismo de estado, dictadura, expropiación de bebés, y fundamentalmente muerte.

Son 32 los años que pasaron desde aquel 24 de marzo de 1976 cuando una sociedad entera, casi al unísono, respiró al conocer el primer comunicado de la Junta: partir de ese momento estaba en marcha el denominado Proceso de Reorganización Nacional.

Tengo 31 años y nací a los pocos meses de instaurado el Golpe. ¿Y sabe qué? No me imagino viviendo aquellos tiempos. Porque uno aprende a amar lo que hace cuando lo puede hacer, y desarrollar el periodismo tal cual lo siento hubiera sido imposible, ya que en aquella etapa se atentó contra toda forma de compromiso. Sé que hubo quienes lo intentaron y desaparecieron, como el enorme Rodolfo Walsh a quien esfumaron físicamente pero del que jamás podrán borrar su huella. Simplemente porque trascendió las épocas.

He aquí una primera aproximación para definir aquel término del comienzo. Un desaparecido es alguien al que le robaron el cuerpo, pero al que hace 32 años le dieron vida eterna en la memoria de quienes aún luchan por justicia desde la organización de Derechos Humanos que usted mire. Un desaparecido es alguien sin cuerpo pero con muchas Abuelas, otras tantas Madres y un montón de familiares y amigos que ya no lo esperan, porque no necesitan que venga para tenerlo presente.

¿Cuánto de reflexión tiene para nosotros como sociedad este 24 de marzo? ¿Cuánto? En democracia podemos pensar distinto al otro, vivir distinto al otro, sentir distinto. También hay buenos, naturalmente malos, y de aquellos que no son fáciles de clasificar. Pero están: en cuerpo y alma. Pensaba también que para entender conceptos a veces lo mejor es marcar antinomias: bueno-malo, blanco-negro, y así. El desaparecido tiene una carga emotiva tan fuerte que es preciso señalar que dicho concepto se opone a genocida, represión, terrorismo de estado, dictadura, expropiación de bebés, y fundamentalmente muerte. Tal como aparecía en aquel primer párrafo. ¡Que distante queda la teoría de los dos demonios!

Ya casi tenía lista la definición de desaparecido cuando me di cuenta que, en realidad, no existe palabra, ni concepto, ni término que sea tan preciso. Sólo la justicia, en su letargo tan singular como expresivo, podrá colocar el acento que le falta a esa categoría en su lugar. Siempre y cuando, la complicidad de esos días oscuros permita a la balanza que ajusticia el equilibrio anhelado.
Norman Diaz

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